martes, 25 de marzo de 2014

EL TURISMO Y SUS PROBLEMAS SOCIALES Y ECOLÓGICOS: LA ECONOMÍA NO LO ES TODO

Actualmente, los mercados están muy liberalizados, y con ello las mercancías, capitales y personas tienen ahora menos restricciones para moverse entre países. Se mueve buscando el beneficio, la plusvalía, obtener barato en un sitio y venderlo caro en otro, invertir en un sitio para aprovechar la falta de inversión de otros, o trabajar o vivir en un sitio con menos desempleo o menos inflación. Parece que esto genera un equilibrio fácil de manejar, según la ley liberal, el mercado se autoregula, pero se ha comprobado que no es así, ya que, aparte de otras barreras a quien no tiene medios económicos limitando así ese libre movimiento, el mercado genera llámese externalidades llámese daños ambientales y sociales que luego no se encarga de reparar, séase porque son irreparables o porque no hay ley que le obligue a ello. Como ser abstracto y amoral, el mercado destruye sin que ser afectado.

Hay un consenso general, debido al bombardeo constante en las noticias, publicidad, en las instituciones informales que nos rodean a lo largo de nuestra vida(colegios, universidad, trabajo), de que el turismo es beneficio, y que es más, es lo que nos ha salvado por su crecimiento y potencia en estos años de crisis. Creo que es el momento de reflexionar, y levantar críticas sobre este sector que no para de absorber la economía del Estado español.

Que no cieguen a nadie las cifras de 60,6 millones de personas que llegaron en 2013 y el porcentaje de PIB que supuso el turismo en torno a los 170.000 millones de euros(más del 10%).

PROBLEMAS SOCIALES Y AMBIENTALES

Está claro que el turismo crea y expande una cultura continua de consumo, ya que se ayuda de la publicidad de sus productos y servicios, de aparecer y ser visto en internet, en equipos tecnológicos, en la televisión, en el ocio, en los espacios urbanos, rurales, marinos, en el deporte, rodeado a la necesidad de comer con su etiqueta de denominación. Vaya, que a la vez que te recuerda una cultura, te obliga a consumirla de una determinada manera, según le parezca a quien te la vende. Denigra a la cultura del lugar, ya que le pone un valor cuando antes formaba parte de la vida de las personas y era, por eso mismo, único e irreproducible. Cuando consumimos cultura, no la producimos, si acaso la imitamos, con lo que nuestra identidad creadora se resiente y pasa ante nuestros ojos como algo más.

También hay problemas económicos. Pues si acaso se benefician del turismo directamente los hosteleros, restaurantes, bares, prestadores de ocio, administraciones públicas(que luego lo revierten en sus ciudadanos supuestamente), hay una gran parte de la población que ve los servicios turísticos como excesivamente caros, inaccesibles. Puedes aprovecharte del turismo, de lo que busca la gente que viene de fuera a gastarse el dinero en descansar, comer y pasarlo bien, pero sabiendo que es temporal y que tienes que mantener una gran agenda de fieles proveedores que no te intenten estafar.

El problema de cómo es el turismo en España. De sol y playa, y de comida y fiesta, y ahora se está promocionando un poco más el de museo.  Una parte va a las fiestas tradicionales, pero poca, se prefiere llegar en verano, fuera del período de trabajo y solo para ver pasar las horas comiendo y gastando dinero. Creando daños en los ecosistemas costeros, y en la forma de las ciudades y sus economías, dependientes de ese turismo para vivir y no de su entorno.

El trabajo que rodea al sector turístico también deja mucho que desear, en sus condiciones y valor. De poco valor en el currículum, no suele enseñar grandes lecciones ni conocimientos, ni tampoco a tener una mayor empatía con las personas. Quien trabaja ahí, sabe desde el primer momento que tiene que tratar a las personas no como tales sino como clientes, o sea, según lo que estén dispuestas a gastar. Que no se gana un buen salario, y que las horas, mientras estén bien fijadas, mejor, pero a veces que no y que se trabaja noches, fines de semana, creando un estrés perjudicial para la salud y un estado mental poco equilibrado y reflexivo. Si es un horario coherente, también te puede afectar la sobrecarga de trabajo en el que nunca se puede parar bajo la supervisión de un encargado. No protestar, no ascender, trabajo temporal, sin sindicato alguno que te defienda, sin convenio, sabes que es un trabajo nefasto pero se acepta como una opción a la que resignarse, debido a las condiciones de alto desempleo. Crece además la cualificación exigida sin mejorar a su vez las condiciones laborales.

En mi opinión, una sociedad que empieza a desligarse del trabajo productivo y se dedica a vender, pierde su humanidad. El ser humano necesita del trabajo para compartir, para ser solidario, para crear. Sus recursos sirven para ser consumidos al instante por más población de la que alberga y trabaja en su territorio, y a veces necesita importar productos para ser vendidos debido al alto turismo, creando más dependencia externa. La capacidad de sostener la contaminación, los residuos y el CO2 creado por el turismo también mengua, ya que los residuos que se forman en España se quedan en España, los países turísticos se convierten así en países vertedero.

La energía que se gasta en atraer, mantener y servir al turismo también obliga a recurrir a una sobre-importación de energía que supera a la obtenida desde la producción de energía renovable. El turismo crea servicios que son indiferentes a la población del lugar, que se mueve en sus rutinas o formas de consumir propias, mientras ocupa grandes terrenos y productos que modifican el lugar y lo hacen artificial y privado. Porque este es el otro punto peligroso del turismo, la privatización de los lugares, ya que al crear beneficio, el turismo crea las condiciones de cesión idóneas para adjudicarse parcelas, edificios, ... no sería extraño ver que en una ciudad el 50% de su terreno está dedicado al turismo, y de ese 50%, un 25%-30% es privado.


Sin ánimo de xenofobia(ya que lo que critico es quien va entre países a consumir, no a vivir o a compartir momentos con las personas o con el lugar sin intención de dañarlo o no respetarlo), creo que llega el momento de dejar de promocionar el turismo y verlo como una amenaza, algo que no se puede prohibir pero sí limitar, con mayores impuestos, autorizaciones para ciertos servicios, rígidas condiciones laborales que lo dignifiquen como trabajo, una mayor responsabilidad ambiental con verdaderos límites a cómo se vende, y la cantidad de lo que se vende y un reciclaje serio y reparación constante de lo dañado en el entorno donde se ejerce el turismo. 

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