domingo, 8 de febrero de 2015

NO HAY CLASE OBRERA PORQUE NO HAY QUIEN LA HOMOGENICE

En los últimos años, parece que en la izquierda política han desaparecido muchos conceptos que jaleaban la lucha obrera: clase obrera, proletariado, lucha de clases, burguesía, patrones/as, pueblo, capital, explotación, e incluso se oye poco colectivización, huelga, nacionalización,... La crisis resurge las necesidades de las personas más sacrificadas por el capital, y a veces resuenan fórmulas como municipalizaciones, gestión pública, servicios públicos, herramientas de redistribución de la riqueza bien conocidas y dentro del alcance legal del sistema capitalista.

Pero son soluciones redistributivas del final de la cadena. Es decir, que una vez que la plusvalía (beneficio o excedente de la empresa en la que los/as trabajadoras han perdido todos sus derechos) ha sido extraída y absorbida por un pequeño porcentaje de la ciudadanía (lxs de arriba, ¿no?), ese dinero extra y que no se paga, no llega nunca. Solo llega lo de los impuestos y de forma igualitariamente repartida. Pondremos un ejemplo:

Empresa/trabajadora en la década de 1980-1990:

Excedente empresa : 500
Salarios de trabajadores/as : 600 (para el total de trabajadoras)

Empresa/trabajadora en la actualidad 2010-2015:

Excedente empresa : 500
Salarios de trabajadores/as : 450 (para el total de trabajadoras)

Mientras haya capitalismo, siempre habrá plusvalía: pero la explotación de la trabajadora depende de su tamaño


A esto se añade que los impuestos (tanto en porcentaje como lo que realmente se paga ha bajado para las grandes empresas en este período de tiempo. Y que en cada empresa el número de trabajadoras ha aumentado, repartiéndose el salario total. Si encima añadimos, que esta plusvalía es la media, y que en las grandes empresas aumenta más la diferencia excedente/salarios, vemos todavía más explotación y robo de la parte que pone la trabajadora que le pertenece.

Con los impuestos (que son mayores para la trabajadora (del 20% al 45% para trabajadoras y del 25% para empresas)), vemos que tampoco se hace justicia en esta extracción. Seguimos con los cauces de distribución, donde se supone que se crea la igualdad tan ansiada para la trabajadora. Hay dos principalmente:

1) Servicios públicos : donde la dotación de los mismos, facilita la vida de las personas. ¿Pero de la personas trabajadoras? No. Volvemos a lo mismo. No hay progresividad. Al mismo nivel está una persona rica que una trabajadora para pagar todo tipo de tasas o para recibir gratuitamente el servicio. Por eso, lo del copago es tan sangrante, porque aunque sea progresivo, se supone que en el caso de las personas con menos recursos, nunca llegan a tener la capacidad de elección porque nunca ha habido redistribución, no pueden pagar ni 1€ ni 20€, directamente.

2) Prestaciones : pensiones, paro, dependencia,... entre que cada vez dejan menos, y entre que se sigue el principio de que quien más contribuye, más recibe, sin importar riqueza o patrimonio, volvemos a lo mismo. Quien sale más perjudicada es la que trabaja con un salario de miseria o en negro.

Llegados aquí, vemos que trabajar en su engaño respecto a la conquista de derechos en la actualidad. Esto, tiene muchas explicaciones : ataque neoliberal ideológico, reforzamiento de la individualidad, otras vías financieras de obtención de renta, pérdida de prestigio del trabajo en sí,... Pero me interesa una ahora mismo: la destrucción de los sindicatos.

Los sindicatos han sido en el pasado la correa de transmisión entre centros de trabajo o trabajo en singular (sector o función) y la sociedad, y entre el trabajo y la política de izquierdas. Antes, se hacían análisis pormenorizados de la evolución de los salarios y del excedente en cada gran empresa, en cada puesto de trabajo, entre todos los puestos de trabajo similares en un territorio (ya sea municipio, provincia, estado,...), movilizaban cuando había un ataque de la patronal o de la administración a los derechos laborales de un sector, y se encargaban de hacer planes sectoriales, llevarlos a la administración y partidos y defenderlos en cada momento.

Ahora solamente se encargan de hacer estimaciones de cifras, pobres análisis de bases de datos, y acuerdos con la administración a nivel superior, ya ni las negociaciones colectivas se ven como algo posible. Ni huelgas ni concienciación a cada trabajadora de cada puesto lugar por lugar. Las nuevas tecnologías y los nuevos servicios dan nuevos trabajos, más precarios, pero al ser un lugar nuevo de trabajo no se sienten cómodos, y los sindicatos ahí, ni están ni se les espera.


En mayor medida UGT y CCOO, y en menor pero también, CGT, son culpables de esta situación. Claro que el obrero de la construcción necesita saber cuál es el motivo de su desgracia, por qué trabaja en negro, cuál es la cantidad de plusvalía que le roban, y también necesita saber que medidas van encaminadas a cambiar eso, o cómo puede provocar una negociación de salarios, apretando tuercas con las pocas posibilidades que quedan. 

La lucha de los sindicatos, se ha reducido, prácticamente, a que no desaparezca ni la sanidad pública ni la educación pública, sin intuir que aunque existan ya muchas personas no pueden acceder a ella por falta de redistribución de la riqueza. 


Faltan políticas sindicales, y también falta liderazgo sindical, que vaya a los medios y denuncie todo lo que está pasando, que esté al pie de cada huelga o que la provoque, que esté en cada manifestación. No creo que la gente puede esperar más.