Los
acontecimientos de este nuevo curso universitario 2013-2014, aunque a veces
exagerados, llevan a calificar la aparición de asociaciones, propaganda,
candidaturas a los órganos democráticos, publicaciones y métodos políticos de
problema. Su novedad no debería impresionar: responde a un conflicto que ya
sucedió en el pasado, seguimos inmersos en una crisis social que es caldo de
cultivo de el mismo fascismo y tiene sus apoyos en instituciones
estructurales(políticas, educativas, y en medios de comunicación). Son de sobra
conocidas las declaraciones de Telemadrid, la participación en homenaje a la
División Azul de la delegada del gobierno en Cataluña, de la frivolización de
dirigentes y militantes del PP con el fascismo y la no condena del franquismo por
el PP en diferentes sesiones parlamentarias.
La
Comisión Europea, el Parlamento Europeo, la ONU en 1946, son instituciones que
han condenado el franquismo y la apología al mismo, las razones son su carácter
antidemocrático, su falta de libertad en el mismo, falta de derechos, sus
principios discriminatorios( de los no nacionales, de las mujeres o de los
pobres) y la irracionalidad en parte de su discurso(sin diálogo) y actuación.
Es la muestra de la mayor perversión del Estado de Derecho, de la seguridad
jurídica. Un día un homicidio es un delito de máximo 20 años de condena y al
día siguiente no. Una persona ante el mismo acto puede recibir un trato
diferente, ya sea de castigo o de premio. El clientelismo es la práctica
habitual. La arbitrariedad y el abuso de poder sus consecuencias.
Todavía
parece lejano el momento en el cual se introduzcan en las instituciones
democráticas(aquellas elegidas por sufragio), sin embargo, no es desconocida la
existencia de militantes y simpatizantes en el ejército, empresas de seguridad
importantes y la iglesia. Aunque no es nada conveniente para el funcionamiento y
imagen de las mismas(demostrado en ciertas declaraciones y actos bajo el amparo
de estas instituciones), no están integradas dentro de la sociedad civil, por
lo que no afecta a la vida de las personas. Cuando los simpatizantes y
militantes aparecen en la universidad, la cosa cambia.
Centro
de la educación libre y la libertad de expresión, trampolín a la investigación
y la mejora social de las personas, mecha de la creatividad, y la fábrica de la
emancipación y la crítica política, la universidad parte de la diversidad, la
democracia, aprendizaje permanente, laicidad y la integración como principios
de desarrollo de los nuevos estudiantes y los que ya están. Que exista en ella
personas del arco político desde la derecha a la izquierda, naturalistas, y negacionistas
críticos siempre será positivo y más si esa posición se convierte constructiva
y dialogante.
Desde hace años, los fascistas, si existían, no participaban en la
universidad y preferían tener una actividad más local, más dispersa, o quizás
era por su baja composición o falta de discurso ante la actitud positiva de la
mayoría de la sociedad. Lo que significa que la gente solo los ve con otros ojos, sabiendo que tiene mucho que sacrificar(en cuanto derechos y tipo de relación y libre creencia), cuando su situación es desesperada. La violencia era baja o inexistente, en términos
políticos. Con su aparición, sobre todo la reciente, la violencia ha crecido, y
peor todavía, entre estudiantes. Las manifestaciones o acciones ideológicas,
sin ningún tipo de relación con los problemas universitarias, son su máxima
expresión.
Crece el miedo entre estudiantes, las iras, los enfrentamientos discursivos.
Sin contenido político detrás universitario, lo que hace el enfrentamiento más
abstracto y ampliable.
He de
decir que me ha sorprendido una cosa de las personas que están detrás de estas
asociaciones fascistas disfrazadas en su mayoría(para crecer, no crear rechazo
social y justificar su existencia en algo tan lejano de sus principios como es
la universidad), esta es su propensión a la victimización. Significa la
exageración de cualquier expresión en su contra(ya lleve violencia o sea un
cartel o pancarta), la hipócrita crítica a las instituciones ya sea por no
defenderlas más o legalizarlas(mientras reciben subvenciones de las mismas y
locales) y la agitación de una bandera supuestamente más democrática que
ninguna.
Que
esta victimización sea aceptada y considerada tema de interés y sirva para criticar
la izquierda(en un tema que está unida en el fondo pero no tanto en las formas
de frenar el fascismo), es un problema democrático. La criminalización de la
protesta social, la de querer cerrar asociaciones a la mínima, el racismo, la
homofobia, la llamada al boicot de las huelgas, son actitudes que ponen en
riesgo la vida estudiantil, la educación libre, el asociacionismo y la crítica.
Mientras la gente sufre ante la pérdida de derechos y acceso a los servicios
públicos y unas condiciones de vida digna, asociaciones de este tipo que juegan
a dos partidas a la vez(la lucha contra la izquierda y los oprimidos y el
discurso patriótico y democrático por otro, aunque solo sea discurso), creando
tensiones, división y apoliticismo en la universidad. Está siendo una fuerza de
choque del PP en las universidades, que aún se mantienen como lugar de
conflicto con las políticas del PP junto a las mareas, PAH o 15M.
El
crecimiento de la desmotivación y el auge del fascismo van de la mano. Su
introducción en la sociedad empeora las relaciones. Solo faltaba que la
irracionalidad impregnara las ideas políticas y degradara el debate político.
Qué futuro le espera a la universidad si permite el sometimiento de la libertad
al discurso limitado y repetitivo del fascismo. Habrá que conservar la
esperanza en que esto solo haya sido un pequeño seísmo y no un nefasto
terremoto de autoritarismo real. Todo dependerá de la respuesta que le dé a
estos actos y asociaciones la universidad, pero sobre todo, la sociedad,
obligada a ejecutar su condena por su supervivencia.
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