Estando
totalmente de acuerdo con la frase "hay que ser feminista incluso mientras
duermes", por ser hoy un día dedicado a este recuerdo, un pequeño esfuerzo
más allá que los demás días viene bien para sentarse y analizar la gravedad de
que este problema necesite de un día y de dinero público, personas, y todo tipo
de medios de prevención, y aún así no sea suficiente.
700
mujeres muertas por violencia de género en la última década, más de 150.000
denuncias cada año por violencia de género. Y la crisis, según los informes,
reduce las cifras, pero tal como señalan algunos expertos, el asesinato y el
maltrato también se sustituye por la "violencia económica", al
aumentar más la pobreza(y con ello, la dependencia de otras personas, que en muchos
casos son los maridos) el paro y el deterioro de los servicios públicos. Si, la
crisis además está reduciendo la efectividad de algunos medios de prevención,
como la asistencia directa, el alejamiento del agresor, el apoyo a través de
trabajadoras/es sociales o psicólogas/os y sobre todo, la ejecución de
políticas de igualdad y inclusión.
Es un
buen momento para ser más sensible, en todos los ámbitos. Desnaturalizar la
violencia, condenarla, rechazarla, y no usarla. Quien sufra la violencia, debe
alejarse de la persona que la ejerce y señalarla, porque ese hombre tiene un
problema y no puede vivir en sociedad. Nos deberían enseñar también cuidar de
la casa como si de una persona se tratara, y a cuidar una persona como si se
tratara de nosotros mismos, y a nosotros mismos como parte importante y
participativa de la sociedad. Paso a paso, sería un gran victoria social, que
desfragmentaría los espacios de nuestra vida a los que hemos dejado de
pertenecer.
También
ponernos a caminar por la senda de la renuncia y la desambición. Perder el
miedo a perder, el miedo a equivocarse, a no tener razón, a asumir
responsabilidades de quienes te rodean, incluso de gente desconocida. Si
puedes, debes. Y querer ser los estimuladores de la emancipación de las
personas, sin instrumentalizar. Desoprimir a las personas, barrer las fronteras
entre unos y otros, unas y otras, aceptar los límites propios y aprender de la
opresión para ver el alcance de los privilegios propios y hacerlos desaparecer
a continuación. Desde conocer, pasar por cuestionar tu comportamiento, tus
valores, pensamientos y actuaciones, y terminar transformando permanentemente
aquello que pueda hacer sentir incómodo a las/os demás. Son muchas tareas,
algunas complicadísimas, pero sin ellas, todo lo demás solo será transformar el
modo de opresión, el modo de ejercer el patriarcado, de consolidarlo por otros
medios, pero seguirá ahí.
Cualquiera
diría que no es violento, y que por tanto no tiene nada que ver con la
violencia de género, pero como es más amplia que la violencia física, sino que
es un estado de subordinación a veces puntual, otras más prolongado y
constante, y nos enseñan a los géneros a comportarnos hereropatriarcalmente
desde pequeños, no vemos la violencia aunque la tengamos delante, y si la
vemos, incluso a veces la secundamos o la aceptamos.
Días como el de hoy sirven
para sensibilizar y sacar a la palestra el problema, pero el cambio que lleve a
erradicarlo vendrá en parte por la sociedad y sus medios de información, y por
nosotras/os mismos. Asamblearios en lo colectivo, dialogantes
igualitarios(tiempos de escucha y de habla repartidos, reciprocidad,...) en lo
personal.