lunes, 18 de agosto de 2014

LOS ANTISISTEMA DEL LUMBREIRAS

Otro año más, la polémica aparece en torno al Festival Aupa Lumbreiras. Mucha gente ya se ha adelantado a separarlo del Leyendas del Rock y del concierto de Extremoduro, donde al parecer todo ha salido bien. Por mi parte, lamento los sucesos del viernes en el Aupa, donde unas cuantas personas se encargaron de estropear el curso de uno de los festivales más reivindicativos del Estado español. Lástima que un grupo de personas que no tienen nada que ver con el espíritu de crítica que está creciendo por todas las latitudes españolas dieran la imagen que nadie comparte.

Es fácil manipular y generalizar cuando se juntan unas 85.000 personas durante tantas horas. Mal intencionado y fuera de la realidad, porque quienes asistieron al Lumbreiras no forman un grupo homogéneo: hay gente que disfruta de sus viscerales críticas al sistema, hay gente que se siente representada por las letras que se escuchan, hay gente que comparte la idea de vida y de ser que promueve el lumbreiras y gente que le encanta sus estilos musicales sin tener claro un posicionamiento político.

Por tanto, ni siquiera los miles de asistentes a las instalaciones del Lumbreiras son todos antisistema capitalista, diría que ojalá, ya que quien más o menos puede ser que viva feliz con sus propiedades privadas, que sea jefe o jefa en su trabajo, o que tenga actitudes machistas o racistas.

Mentiría si dijera que la mayoría de gente viene como hipócrita a deshagorse de sus mini-problemas con el sistema mientras lleva una vida cómoda y feliz. La realidad es distinta: muy poco dinero en la cartera, muy pocas pertenencias para aguantar 3 días en el desierto que era la zona de acampada, condiciones insalubres, y la sensación de felicidad que te da dejar atrás problemas personales (familiares, económicos, sociales) atrás durante unos días.

Gente de todos los puntos de España, y incluso de otros países, han hecho grandes sacrificios para disfrutar del festival por la música y por la gente que se encuentra allí. Porque esto es incluso más maravilloso que estar en un concierto: conocer a gente y considerarla un hermano o hermana a las pocas horas, prestar tu tienda de campaña para que descanse un desconocido que llegó sin nada al festival, un abrazo multitudinario, una foto, un beso, un baile, un trago que se salva de la deshidratación o la afonía, compartir comida, cuerda, lonas, piquetas, ...

En resumen, lo que se vive entre la gente del Lumbreiras es un curso acelerado de solidaridad, de cómo es más fácil sobrevivir si estamos todos y todas unidas, y de que ésta es la única manera de plantar cara a los políticos, desde la crítica a través del mensaje, desde la unidad, la lucha y la participación. Por no hablar de lo que se aprende, al compartir conocimientos técnicos, consejos, y las diferentes culturas, sobre todo, se aprende a respetar culturas. En el Lumbreiras no había ni problema vasco ni cuestión catalana, teníamos claro que todo pasa por ceder la palabra al pueblo y ser consecuente con ello.

Y también hay amor y emotividad. Amor no romántico ni desde la dependencia de la media naranja, sino amor libre, con el libre consentimiento de ambos o ambas. Y emotividad, porque canciones como "Los Mineros" de Desakato, las diferentes versiones de "L´Estaca" que hicieron Betagarri y Muyayo Rif, los "Bella Ciao" de Boikot y Talco, "Vuestro País" de Reincidentes (sobre el genocidio israelí)  o "Fue mi abuelo" de Benito Kamelas fueron momentos de lagrimeo y de pelos de punta. Otras, reivindicando el feminismo, como "Ella" de Universo Inverso y "Ay Dolores" de Reincidentes, nos desvelan las raíces de la violencia de género que vemos cada día en la tele, políticas y sociales. Quien crea que la música que se escucha aquí es antisistema y violenta, que ponga atención al escuchar estas canciones y su sensibilidad seguro que se ve alterada porque la sinceridad de estas canciones tienen el efecto de abrir los ojos a cualquiera.

Siendo uno más del Lumbreiras, me parecía una obligación ante todas las difamaciones que se han vertido sobre los asistentes decir esto. Que un mundo mejor es posible si creamos formas de vivir comunes y sin posesiones, de solidaridad en la miseria y de amor sin condiciones.

Porque los verdaderos antisistema están en el Lumbreiras, pero no en las personas, sino en la letra de las canciones, en el mensaje de cada camiseta.

Los verdaderos antisistema se están cargando la Tierra y matando a personas por su propio interés. Son esos psicópatas, Anti Sistema-Tierra, los Anti Sistema-Social, los que especulan con los alimentos, con la vivienda, los que roban con las preferentes, los que se compinchan para recalificar terrenos, urbanizar y forrarse con dinero público y lo que ofrece la naturaleza. Son los que acuerdan contratas de grandes esculturas, grandes edificios, largas autopistas, los que contaminan suelo, agua y aire y nunca pagarán por ello, son los que explotan con precarias condiciones laborales y naturales a los países africanos, asiáticos y latinoamericanos.

Y son los que utilizan al Estado como estructura para mantener su poder y una sociedad competitiva del todos contra todos mientras ellos disfrutan del espectáculo, son los que entienden que la democracia es aceptar lo que a ellos les viene bien.


Por todo esto, el Lumbreiras es necesario para crear un futuro diferente, el futuro que queremos. Nos desnuda la realidad y nos enseña donde están los verdaderos antisistema, los que consiguen que siga habiendo hambre en el mundo y que las próximas generaciones quizás no puedan disfrutarlo tal como lo conocemos hoy. Es en el Lumbreiras donde están las formas de vida social que nos devolverán la libertad y nuestros derechos humanos, donde la autoridad se difumina y se resquebrajan las estructuras de poder, ya que lo recuperamos las personas, el pueblo. 

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