Sin querer
desviar la lucha de los obreros en los lugares de producción primarios,
secundarios y terciarios(producción del valor), cuando se quiere pensar en el
paso al socialismo primero, y al comunismo después, se crean muchas dudas. Una
de ellas, importantísima, es qué hacer con la ciudad una vez abolida la
propiedad privada(o incluso antes). Porque si el liberalismo, conservadurismo y
la socialdemocracia le han dado la espalda al estar insertos en los mecanismos
del capitalismo, el socialismo no puede permitirse eso, porque sería caer en
contradicciones muy profundas.
Podría pasar, por ejemplo: que energías
eficientes del punto de vista productivo, del mismo modo que la nuclear, se
expandieran en su uso y de forma nacionalizada, creando grandes perjuicios para
el medio ambiente, pero repartiendo bienestar en forma energía para la
población. Otro: la ampliación de ciudades de cemento y de grandes
infraestructuras que atrajeran a la poca gente que queda en las zonas del
campo, creando una unidad social insostenible por sí misma que podría colapsar
en cualquier momento. Las ciudades no pueden seguir por esta deriva,
independientes de la naturaleza, sus ciclos y sus límites.
Una
profesora hoy me aclaraba las razones de esta deriva irracional que tomaron un
siglo y décadas atrás las ciudades. Cambios sociales, económicos y políticos
eran la causa. La segunda revolución industrial nunca podría haber existido sin
la nueva expansión de las ciudades que se dio en el siglo XIX. Solo una ciudad
podía saciar lo producido por la industria: energía, comida, ropa, otras
necesidades superfluas, eran necesidades que se creaban en la ciudad, ante la
imposibilidad de auto-proporcionárselas sus habitantes. El comercio se expandía
porque se expandía la ciudad. Y la ciudad se expandía por otros motivos:
producía motivaciones y comodidades que no existían fuera de ella, como el
ocio, posibilidad de socializarse con más gente, vivir sin necesidad de arraigo
y conocimiento del lugar. Atraía porque permitía consumir y permitía crear en
ella. Aunque mucha fuerte fue desplazada del campo a la ciudad con las
desamortizaciones, cambios de dueño del terreno o usos industriales del suelo.
La
presión sobre el territorio ha sido lo que más define la acumulación del poder
de los burgueses. Presión para explotarlo y para modificarlo a su favor, cada
lugar tenía que formar parte de su cadena productiva donde siempre pegaban algún
bocado(o era bueno para extraer, o era bueno para crear fábricas o otras
instalaciones cerca de donde se extraía o cultivaba o donde pasaba el río, o
era bueno para transportar o era bueno para vender(lugares de consumo, que
solían ser ciudades o pueblos). Nunca veían ecosistemas o paisajes, sino
creación de valor económico aquí y allá. Pero claro, sin la ciudad, el lugar de
venta y creación del valor, todo el proceso le servía para producir, pero no
para enriquecerse y vivir de las rentas. Y producir para vivir con los bienes
producidos no era lo que tenía en mente el burgués, sino producir para acumular
dinero, que tenía más valor que esos bienes y más liquidez(facilidad de cambio)
que cualquier otro bien.
Esos
son los motivos principales, bastante lejos de crear bienestar a la gente que
vive en las ciudades, que eso también es discutible si se ha conseguido en
algún momento. Las experiencias socialistas, teniendo que afrontar muchas veces
ese sometimiento a la economía del dinero como valor de cambio, también se han
sometido y han imitado estos modelos de ciudad, si acaso con más reparto de ese
dinero.
Los
burgueses en su día, partiendo de las teorías desarrollistas(que avalaban una
ampliación constante de la ciudad), defendieron desamortizaciones, libertad de
cambio, protección de la propiedad privada, y derechos sobre los territorios
colonizados. Todo para crear lucro, excedente. Los conservacionistas, en
cambio, optaban por mejorar la ciudad ya creada, optimizándola y mejorando su
relación con el clima, con el acceso a recursos, su transitabilidad(andando por
aquel entonces), la incorporación de naturaleza(jardines, parques y pequeños
bosques) y quizás pequeños servicios. Ganaron los desarrollistas, y aunque
parezca que los conservacionistas de la ciudad han tenido poder para hacer
realidad sus proyectos en muchas ocasiones(Barcelona podría ser un ejemplo), ha
sido convirtiéndose en otra forma de beneficiar a los desarrollistas, gracias a
la mejora de la habitabilidad que mantenía el espacio de venta burgués y creaba
otros nuevos.
En mi
opinión, ninguna de las dos teorías sería la preferible para unas posibles
ciudades socialistas, si acaso, la conservacionista alejada de aumentar la
creación de valor de los ricos ni sus derechos privados. Sería de una forma
igualitaria y democrática, pero también volviendo a recuperar las problemáticas
de cómo cerrar los ciclos naturales( en cuanto a la creación de residuos y su
aprovechamiento, o directamente cómo reducir residuos), como retomar un consumo
de proximidad(alimenticio, textil, energético), o como obtener lo que se
necesita de la naturaleza con el mínimo daño posible. Del estancamiento actual
a la contracción, para llegar a un estado de equilibrio con la naturaleza. No
es una opción, sino la única opción. Y esta lleva consigo muchos cambios que
trataré de completar más adelante.