En los
últimos años, parece que en la izquierda política han desaparecido muchos
conceptos que jaleaban la lucha obrera: clase obrera, proletariado, lucha de
clases, burguesía, patrones/as, pueblo, capital, explotación, e incluso se oye
poco colectivización, huelga, nacionalización,... La crisis resurge las necesidades
de las personas más sacrificadas por el capital, y a veces resuenan fórmulas
como municipalizaciones, gestión pública, servicios públicos, herramientas de
redistribución de la riqueza bien conocidas y dentro del alcance legal del
sistema capitalista.
Pero
son soluciones redistributivas del final de la cadena. Es decir, que una vez
que la plusvalía (beneficio o excedente de la empresa en la que los/as
trabajadoras han perdido todos sus derechos) ha sido extraída y absorbida por
un pequeño porcentaje de la ciudadanía (lxs de arriba, ¿no?), ese dinero extra
y que no se paga, no llega nunca. Solo llega lo de los impuestos y de forma
igualitariamente repartida. Pondremos un ejemplo:
Empresa/trabajadora
en la década de 1980-1990:
Excedente
empresa : 500
Salarios
de trabajadores/as : 600 (para el total de trabajadoras)
Empresa/trabajadora
en la actualidad 2010-2015:
Excedente
empresa : 500
Salarios
de trabajadores/as : 450 (para el total de trabajadoras)
Mientras haya capitalismo, siempre habrá plusvalía: pero la explotación de la trabajadora depende de su tamaño
A esto
se añade que los impuestos (tanto en porcentaje como lo que realmente se paga
ha bajado para las grandes empresas en este período de tiempo. Y que en cada
empresa el número de trabajadoras ha aumentado, repartiéndose el salario total.
Si encima añadimos, que esta plusvalía es la media, y que en las grandes
empresas aumenta más la diferencia excedente/salarios, vemos todavía más
explotación y robo de la parte que pone la trabajadora que le pertenece.
Con los
impuestos (que son mayores para la trabajadora (del 20% al 45% para
trabajadoras y del 25% para empresas)), vemos que tampoco se hace justicia en
esta extracción. Seguimos con los cauces de distribución, donde se supone que
se crea la igualdad tan ansiada para la trabajadora. Hay dos principalmente:
1)
Servicios públicos : donde la dotación de los mismos, facilita la vida de las
personas. ¿Pero de la personas trabajadoras? No. Volvemos a lo mismo. No hay
progresividad. Al mismo nivel está una persona rica que una trabajadora para
pagar todo tipo de tasas o para recibir gratuitamente el servicio. Por eso, lo
del copago es tan sangrante, porque aunque sea progresivo, se supone que en el
caso de las personas con menos recursos, nunca llegan a tener la capacidad de
elección porque nunca ha habido redistribución, no pueden pagar ni 1€ ni 20€,
directamente.
2)
Prestaciones : pensiones, paro, dependencia,... entre que cada vez dejan menos,
y entre que se sigue el principio de que quien más contribuye, más recibe, sin
importar riqueza o patrimonio, volvemos a lo mismo. Quien sale más perjudicada
es la que trabaja con un salario de miseria o en negro.
Llegados
aquí, vemos que trabajar en su engaño respecto a la conquista de derechos en la
actualidad. Esto, tiene muchas explicaciones : ataque neoliberal ideológico,
reforzamiento de la individualidad, otras vías financieras de obtención de
renta, pérdida de prestigio del trabajo en sí,... Pero me interesa una ahora
mismo: la destrucción de los sindicatos.
Los
sindicatos han sido en el pasado la correa de transmisión entre centros de
trabajo o trabajo en singular (sector o función) y la sociedad, y entre el
trabajo y la política de izquierdas. Antes, se hacían análisis pormenorizados
de la evolución de los salarios y del excedente en cada gran empresa, en cada
puesto de trabajo, entre todos los puestos de trabajo similares en un territorio
(ya sea municipio, provincia, estado,...), movilizaban cuando había un ataque
de la patronal o de la administración a los derechos laborales de un sector, y
se encargaban de hacer planes sectoriales, llevarlos a la administración y
partidos y defenderlos en cada momento.
Ahora
solamente se encargan de hacer estimaciones de cifras, pobres análisis de bases
de datos, y acuerdos con la administración a nivel superior, ya ni las negociaciones
colectivas se ven como algo posible. Ni huelgas ni concienciación a cada
trabajadora de cada puesto lugar por lugar. Las nuevas tecnologías y los nuevos
servicios dan nuevos trabajos, más precarios, pero al ser un lugar nuevo de trabajo
no se sienten cómodos, y los sindicatos ahí, ni están ni se les espera.
En
mayor medida UGT y CCOO, y en menor pero también, CGT, son culpables de esta
situación. Claro que el obrero de la construcción necesita saber cuál es el
motivo de su desgracia, por qué trabaja en negro, cuál es la cantidad de
plusvalía que le roban, y también necesita saber que medidas van encaminadas a
cambiar eso, o cómo puede provocar una negociación de salarios, apretando
tuercas con las pocas posibilidades que quedan.
La lucha de los sindicatos, se ha reducido, prácticamente, a que no desaparezca ni la sanidad pública ni la educación pública, sin intuir que aunque existan ya muchas personas no pueden acceder a ella por falta de redistribución de la riqueza.
Faltan políticas sindicales, y
también falta liderazgo sindical, que vaya a los medios y denuncie todo lo que
está pasando, que esté al pie de cada huelga o que la provoque, que esté en
cada manifestación. No creo que la gente puede esperar más.